La última semana de noviembre Río de Janeiro sorprendió al mundo: el Ejército, la Marina y los diferentes cuerpos policiacos de Brasil enfrentaban a los grupos de narcotraficantes que controlan las favelas. El periodista Joao Antonio Barros, reportero de investigación del diario O Dia, especialista en temas vinculados con la seguridad pública, expone en esta entrevista realizada por Rodríguez Villalvazo la situación actual de esta lucha y las medidas vacilantes del régimen de Lula.
Mientras en México en los últimos cuatro años de administración calderonista hemos visto empeorar las condiciones de seguridad, contemplado la aparición –cada vez con menos asombro– de nuevas formas de crueldad y seguido paso a paso el deterioro de las instituciones y de la clase política, sin asistir a ninguna iniciativa que busque combatir las causas que favorecen la aparición cada vez más frecuente de casos como el de El Ponchis, en Brasil –la octava economía mundial y considerado como la locomotora del crecimiento regional– el combate al narcotráfico (fenómeno delincuencial, ciertamente focalizado y de dimensiones menores que en México) no se fundamenta sólo en la parte militar, sino que el concepto se extiende a la parte social.
La última semana de noviembre se dio a conocer el asalto que el Ejército, la Marina y los diferentes cuerpos policiacos de Brasil habían iniciado para tratar de erradicar de manera definitiva el control que los grupos de narcotraficantes –particularmente el Comando Vermelho y Amigos dos Amigos– mantenían de las favelas de Río de Janeiro.
La medida fue tomada a raíz de una serie de acciones, específicamente la quema de vehículos y unidades de transporte –episodio que los medios brasileños denominaron Noviembre Negro–, realizadas por los grupos referidos en respuesta a su desplazamiento previo de otras favelas por las Unidades de Pacificación Policial (UPP) y que fueron consideradas como un desafío al Estado.
Una semana después, la operación policiaca está prácticamente concluida e inicia el trabajo de readaptación de esas comunidades en extremo marginadas; el gobierno de Brasil lanzó una convocatoria denominada “Morar carioca”, para la cual fueron seleccionados 40 arquitectos con la intención de modificar sustancialmente las condiciones de vida de quienes residen en 215 de esos barrios. El concurso, convocado por el Instituto de Arquitectos de Brasil y cuya proyección alcanza el año 2020, cuenta con un presupuesto de tres mil 600 millones de euros. La intención es integrar cada vez más las favelas a la llamada ciudad formal o del asfalto.
Con ello, al parecer, se busca enviar un mensaje que trasciende a la realización del Mundial de futbol en el 2014 o los Juegos Olímpicos de 2016 en Río de Janeiro. Al respecto, el periodista Joao Antonio Barros, reportero de investigación del diario O Dia, donde actualmente coordina el equipo que cubre la fuente política, especialista en temas vinculados con la seguridad pública, conversa sobre las implicaciones a largo y mediano plazo de este operativo realizado en las calles de esta ciudad.
Mis preguntas giran alrededor del accionar del ejército y la policía brasileños al combatir el narcotráfico en las favelas, ¿cómo se puede leer, políticamente y en el ámbito de la seguridad, ese golpe sobre la mesa, es decir qué mensaje quiere mandar Lula, no sólo a la sociedad brasileña, sino al entorno internacional; la razón estriba “sólo” en el Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016? Entrecomillo el sólo porque entiendo que son dos actos de trascendencia mundial y que para Brasil implica su consolidación como referente mundial en el ámbito latinoamericano y comparable quizá únicamente con la influencia China en el orden internacional.
La Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos son las principales preocupaciones del sistema de seguridad de Río de Janeiro y Brasil. Y las incursiones para la instalación de las UPP son parte del esquema de tratar de aislar el tráfico de drogas. No necesariamente la venta de drogas, pero sí la forma descarada con la que los narcos actúan en la ciudad, casi siempre con el uso de fusiles de asalto que causan alarma entre la población. Pero hay otra razón: la saturación del carioca (el oriundo de Río de Janeiro) con la violencia, especialmente de las pequeñas pandillas que articulan robos a vehículos y edificios. La muerte de los conductores de vehículos es frecuente durante estos crímenes y no siempre por la reacción de la víctima, sino por el desequilibrio de los delincuentes.
¿Cuál es la caracterología del narcotráfico en Brasil, particularmente ese que se persigue en las favelas? Voy a esto porque no me parece que Brasil, a diferencia de México o de países de Sudamérica, como Colombia, Bolivia e incluso Perú, se encuentren dentro de la lógica de exportación de droga al norte del continente o Europa. Creo que el narcotráfico en Brasil está más orientado a una lógica de consumo interno, ¿me equivoco?
En Río de Janeiro el tráfico de drogas es principalmente para consumo interno. Esto sucede en otras ciudades importantes como Sao Paulo, Belo Horizonte (Minas Gerais), Porto Alegre (Río Grande do Sul), Salvador (Bahía) y Recife (Pernambuco). Pero Brasil es enorme y no todo se controla perfectamente. Hay fallas en la seguridad en los puertos y aeropuertos y las bandas que actúan como productores de cocaína y marihuana en naciones vecinas usan el país para enviar sus productos a Europa. Es un corredor para llegar al Atlántico, África, y después Portugal, España e Italia, como creen las autoridades federales brasileñas. Y también hay lavado de dinero, pues la economía pujante facilita el ocultamiento del crecimiento de negocios por el lavado de dinero sucio.
En México el crimen organizado opera, desde hace muchos años, en forma de holdings que controlan diversas actividades: robo de vehículos, trata de personas, tráfico de droga, robo y adulteración de combustibles, secuestro y extorsión, ¿estos grupos que están siendo atacados mantienen esquemas de operación similares a los que te describo o se circunscriben a la venta de droga?
Los narcos de Río sólo venden drogas y, a veces, roban coches (no para la venta de la unidad, pero sí para apoyar el tráfico y para diversión de los delincuentes). Han actuado también en secuestros, pero el endurecimiento de las penas hizo desistir a muchos criminales. Acá, todavía no hay ese grado de articulación. La adulteración del combustible, la extorsión e incluso el robo de vehículos para la venta de piezas son hechas por grupos de policías y ex policías. Son las llamadas milicias, grupos de policías que operan una parte de las furgonetas de transporte público, la retransmisión ilegal de señal de televisión y el tráfico con el pretexto de cobrar “cuotas de seguridad”.
A diferencia de México, por lo que he leído en algunos medios, estas acciones de combate al narcotráfico tienen un respaldo considerable de los habitantes de esos núcleos de población donde se han realizado las intervenciones militares. ¿Es parte del aura de popularidad de Lula o es que el narcotráfico no ha logrado penetrar el tejido social de la forma en que se encuentra contaminado el de México? Pregunto esto porque a final de cuentas el espejismo (sexo, mujeres hermosas, dinero fácil y una forma de vida adrenálinica in extremis y sobre todo omnipotencia) que vende el narcotráfico es el mismo.
De hecho, la mayoría de la población siempre rechazó el estilo de los líderes por arrogantes y corruptos. Es cierto, hace unos pocos años los traficantes contaban con algo como una política de bienestar para el pueblo de las favelas que dominaban. A finales de los 90 era común para los delincuentes robar un camión con mercancías y distribuirlo entre la comunidad, pagar el entierro y la medicina para los que no tenían recursos. Ganaron la simpatía de algunos. Pero hoy en día, la mentalidad es diferente. Los narcos empezaron a cobrar peaje para todos los servicios ofrecidos en la comunidad. Por ejemplo, un cilindro de gas, que cuesta 34 reales, se vende por 40. Con el peso extra en el bolsillo, la amistad se esfumó.
Además, con los tiroteos frecuentes, los residentes fueron víctimas de balas perdidas; tienen la casa frecuentemente “invadida” por los disparos que entran por las ventanas. Esto provocó el deterioro de los barrios, con el cierre de tiendas y la gente dejó de salir de sus casas.
Tengo entendido que en muchas de las favelas existen ONG’s que han intervenido directamente con los jóvenes para darles un expectativa de vida diferente, sin embargo, ¿el gobierno brasileño ha perfilado de alguna manera cuál es el plan a mediano y largo plazo para mantener el control y evitar el retorno de estos grupos que detentaban el control de las favelas? La presencia policial permanente o del ejército tarde o temprano redundará en una inevitable connivencia, ¿no crees? Incluso hay quien prevé que la intervención del ejército no manda un mensaje muy alentador en una democracia.
La diferencia de las intervenciones de la policía de antes y ahora es que esta vez Lula y Cabral (Sergio Cabral, gobernador de Río de Janeiro) han previsto una acción después de la retirada de las fuerzas policiales. Piensan ofrecer cursos profesionales, crear opciones de ocio, cines, teatros y centros culturales, y trabajan para mejorar el alcantarillado y vivienda. Sin embargo, todavía es muy temprano y hay una necesidad de aplicar todos estos servicios.
Es positiva, en las comunidades ya pacificadas, la “invasión” del pueblo de asfalto (como llaman quienes viven en las favelas a los barrios de clase media). Esta integración, así como el turismo, hizo que se diera un incremento en las ventas de las tiendas ubicadas en las colinas. Es cierto también que a nadie le gusta la intervención militar permanente. Por suerte, termina tan pronto como son capacitados los oficiales jóvenes que van a trabajar en la UPP que se instalará en el Complexo do Alemão y Penha.
Es evidente que estos grupos de distribución al menudeo, o que se ocupan de surtir a los distribuidores al menudeo, son el engranaje o el eslabón más débil en la cadena. ¿Se ha hablado de ir tras las redes de internamiento de droga, los conglomerados transnacionales? Y, al mismo tiempo, esta ofensiva ¿alcanza a los esquemas de protección policial?
En realidad es mucho más fácil erosionar al minorista de drogas. El mayor problema es detener su ingreso. Cotidianamente las drogas entran con los pequeños comerciantes y por la extensa frontera terrestre entre Brasil y los países productores. La lucha, organizada e institucional, contra los grandes mayoristas es siempre una cuestión de discusión entre las autoridades, pero nunca se hace realidad. Todavía estamos muy lejos de un combate eficaz. Las pocas acciones que se realizan están orientadas principalmente a combatir el lavado de dinero.
¿Es acaso que el narcotráfico sólo está presente en Río de Janeiro? ¿Crees que estas acciones alcancen a otros puntos del país donde la situación es similar, o incluso peor, o son simplemente actos que buscan maquillar la realidad?
Los problemas de drogas en Brasil se concentran en Río de Janeiro y Sao Paulo, donde las bandas están estructuradas. Hay otras ciudades que he mencionado anteriormente, pero la situación allá no ha llegado aún al punto de estas dos ciudades, donde el crimen es capaz de causar ondas de terror, como los coches ardiendo y el alcance de las oficinas gubernamentales.
Es evidente que el tráfico ha crecido rápidamente y representa un peligro. Algunas ciudades, cerca de la frontera de Brasil con Bolivia y Colombia, cuya economía es impulsada por el tráfico de drogas, son otro motivo de preocupación.
Villalvazo: Narrador y periodista, Villalvazo fue admirador de Juan Hernández y de Javier Baviera.
0 comentarios:
Publicar un comentario