José Luis Martínez Suárez en estado beatífico por su reconocimiento como promotor de la lectura. Hasta desempolvó la corbata. |
La Feria Infantil y Juvenil en su 22 aniversario estuvo dedicada a la persona y la trayectoria de José Luis Martínez Suárez por sus extraordinarias aportaciones a la comunidad en favor del fomento a la lectura. En este texto de agradecimiento por dicha distinción, Martínez Suárez manifiesta viva su esperanza en los lectores: “Mantengamos la práctica de la cultura humanista donde la literatura y la lectura aportan elementos duraderos y profundos que transforman íntimamente nuestra vida”.
José Luis Martínez Suárez
Expreso mi agradecimiento al doctor Félix Báez-Jorge, director general del Instituto Veracruzano de la Cultura, a la maestra Lourdes Hernández Quiñones, subdirectora de Planeación, Seguimiento y Evaluación, y al licenciado César Silva Márquez, jefe del Departamento de Publicaciones y Bibliotecas, autoridades también del Instituto Veracruzano de la Cultura, quienes evaluaron favorablemente mi trayectoria académica e hicieron posible el alto honor que en este significativo acto me otorgan. Una muestra de generosidad que premia con mucho lo que menguadamente, aunque con pasión, he desarrollado desde 1978: el comentario de textos literarios, la conversación a propósito de libros con niños, jóvenes, con gente de cualquier edad en ésta y muchas otras ciudades de nuestro estado.
Afirma Don Quijote en la segunda parte de sus aventuras:
¿Qué mejor cita para ejemplificar la relación de la lectura con la vida, que esta afirmación cervantina? La libertad es un valor primordial que permite existir a los demás valores. La actividad imaginativa, libertad para imaginar, es la capacidad de crear mundos fantásticos íntimos donde el sujeto es protagonista. La imaginación es una forma de elección y la elección es una forma de ser hombre; pero no cualquier hombre, sino un hombre que elige. Viene a cuento entonces recordar lo siguiente: Ulises está disfrutando la deliciosa compañía de Calipso, su viaje se ha interrumpido; es maravillosa la experiencia, sin embargo, Calipso, “la divina entre las deidades”, advierte el ánimo triste de Ulises, quien con frecuencia piensa en Penélope, y le dice: “… si tu inteligencia conociese los males que habrás de padecer fatalmente antes de llegar a tu patria, te quedarías conmigo custodiando esta morada y serías inmortal...” ¡Y serías inmortal!... mas el héroe responde que prefiere continuar su viaje.
Ulises al elegir la mortalidad elige la humanidad, elige quedarse en el mundo. Estamos ante la aceptación del deterioro del tiempo, de la vejez, del sufrimiento y de la muerte; y este tema que late en el canto quinto de la Odisea, repercute a lo largo de toda la cultura griega y llega con su absoluta dimensión trágica hasta el lector actual quien mediante esta fantasía de allende los siglos puede sentir de nuevo el valor de la dignidad de pertenecer a la especie humana, un sentimiento que tanta falta nos hace en estos días oscurecidos por la violencia, por el olvido de concebirnos como humanos.
Los griegos también llamaron paideia a la capacidad de hacerse, de estar en un proceso continuo de reconstrucción de sí mismo, de ser sí mismo, de alimentarse hasta cierto punto de sí mismo, de educarse. Pues bien, la lectura no es otra cosa que una posibilidad única, abarcadora, magnífica de dotar de vida a la paideia, que forma hombres libres, ¿puro idealismo? No lo creo, por más de treinta años me he dado cuenta que esto es realidad: un lector se transforma y modifica su ser y su hacer en el mundo. Si funcionaran realmente los programas nacionales de lectura sería otra la situación de este país, y de todas las otras geografías donde la dignidad del hombre se está olvidando. Mantengamos la práctica de la cultura humanista donde la literatura y la lectura aportan elementos duraderos y profundos que transforman íntimamente nuestra vida.
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